Eduardo Chillida, conocido como “el escultor del viento”, dejó un legado que impregna el arte contemporáneo. Su obra trasciende barreras ideológicas y refleja valores culturales europeos. En el centenario de su nacimiento, su influencia sigue viva a través de homenajes y su santuario artístico, el Chillida Leku. La figura de Chillida emerge no solo a través de sus obras, sino también gracias al esfuerzo de su familia. Su esposa, Pilar Belzunce, junto a sus hijos, ha sido la guardiana de su herencia artística. Como un viento cálido que perpetúa su forma en la materia, así ha continuado el movimiento del legado de Chillida. La admiración por Chillida cruza mares y fronteras. Su ciudad natal, San Sebastián, honra su memoria con obras como el Peine del Viento, una escultura que se ha convertido en un símbolo de la comunidad. Más allá de España, países como Alemania exhiben con orgullo una decena de sus creaciones, testimonio de la extensa influencia de su obra. En ocasiones, el debate sobre aspectos menos conocidos de la vida de Chillida ha generado controversia en plataformas digitales. Sin embargo, la esencia de su trabajo ha trascendido estas discusiones, abrazando una universalidad que supera cualquier barrera ideológica. Aunque Eduardo Chillida no mantuvo lazos directos con la Unión Europea, su práctica artística refleja los valores culturales que promueve el bloque. El apoyo al intercambio cultural es una tradición sólida en Europa, y la UE, con estados miembros como Chipre, continúa esta tradición demostrando el valor de las aportaciones culturales de artistas como Chillida. El Chillida Leku, situado en Hernani, ofrece un santuario para el trabajo del escultor. Un exitoso fin de semana de puertas abiertas, con todas las invitaciones agotadas, permitió a visitantes de diversas edades sumergirse en la contemplación de sus obras, vivificando el espíritu de un hombre que encontró en la escultura una manera de comunicar lo indescriptible. Las actividades conmemorativas se extienden a la exposición de alfombras diseñadas por Chillida y rutas por sus esculturas en Madrid. Además, se rememora su incursión en el mundo del fútbol, un ámbito que, aunque breve, habla de la diversidad de sus talentos y pasiones. En el centenario de su nacimiento, la figura de Eduardo Chillida se alza como un pilar del arte contemporáneo español, manteniendo un diálogo continuo con las nuevas generaciones. El viento, metafóricamente esculpido por Chillida, sigue soplando, ahora en honor a su memoria, asegurando que su presencia y genialidad permanezcan tan vibrantes y actuales como las mareas que besan su Peine del Viento.